miércoles, 18 de agosto de 2010



En nuestros verdes caminos y autopistas de hojas amarillas, secas verdinegras, húmedas y agujereadas… para cruzar al otro lado de las aguas turbias y hasta hediondas de nuestros ríos, arroyos y cañadas, ponemos una, otra, tres, cuatro doce, decenas de piedras que nos enlazan el punto de partida con algún fin o metas. Formamos retahílas de piedras o calzadas. Muchas veces deseamos poder dar explicaciones a nuestras situaciones, inesperadas, espontáneas, fortuitas. Como el leñador que calcula la cantidad de pedazos de madero que cortaría si el dia le favorece, si se cumplen a cartas reales los nudos que de alguna manera amarramos al programar las jornadas. Esa felicidad es colmada y premiada entregándole una satisfacción al cuerpo y al espíritu cuando descansa después de un refrescante baño en el anochecer. Tanto las piedras que el caminante siembra al caminar y los trozos de leños del leñador. Como los rasgos del pintor o poeta o dramaturgo o sencillamente un narrador, las palabras que humana, da a conocer como las piedras o los trozos… son sus emociones envueltas en quejas y en dolencias. Son emociones tristes y alegres, amargas y dulces. Para mí es un portal de dos batientes que se mece como una amplia bandera. Permitiéndome entrar a los amplios o cerrados aposentos donde de algún quicio puedo atisbar la realidad que como el viajante o el leñador en su mente lleva. Y por ahí como una luz deslizarse entre los trillos sociales, entre cubículos de las comunidades, donde se mueven los intereses de un pueblo aislado. Llevando nuestras acciones para desarrollar, en el teatro de los sucesos, como el desuello de pieles en un matadero… donde las acciones dramáticas propias de individuos intolerantes que se cuelen por las buhardillas sin cruzar por la realidad social económica y política.
Por eso somos distintos… diferentes en cualquiera de las circunstancias vigilantes a los vuelos de palomas y de gansos de ciguas y de carpinteros. Atentos a los ruidos de las ratas voladoras… chupadoras de hemoglobinas y de clorofilas. Hipócritas polifacéticas compradoras de lujurias, bebedora de licores en jarras de papeles. Por eso escuchamos el sollozo ardoroso del ahorcado, entre hilillos de sedas y celdas de barro. Me voy de su lado y llego a besar las rodillas bajo la falda agujereadas por las balas que el imperio ha preparado.

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