lunes, 20 de septiembre de 2010

VENTILADORES INTERIORISTAS PARA PORTAL DEL BAJABONICO.


FLOR DE INCESTO,
NOVELA DEL PROF. VICTOR ARIAS
Capitulo Dos.
De Isidra, se comentaba que cruzaba la isla en una bicicleta voladora, en el parecer de Villa Real, las alas eran de Gallinita. La gente dejó lo que hacía y en pocos minutos venía de Charajima, pero sin ningunas de las mujeres. El estudiante leyó otra nota diciendo, “si los ojos y los pulmones están sanos” sus dos hijas entrarán por el portal del Bajabonico, en menos de media hora. Y así ocurrió por la intervención de Isidra la Gallinita.
Villa Real tiene cuatro calles de sur a norte y dos de este a oeste. Hay otras menos grandes que mueren en patio y recovecos de hortalizas y uno que otros corrales de empalizadas cruzadas. En la Prof. José Antonio Fernández, que es la avenida de mayor circulación, paralelo a la Evaristo de la Cruz, es donde yo vivo, me llaman el estudiante, por las respuestas que tengo a las cantidades de preguntas que en los parajes de los lugares se hacen hasta en las calles. En la Evaristo de la Cruz, reside Juan de la Madrugada Hiraldo, quien llevaba tres días, en jolgorios celebrando la vuelta al hogar, de sus hijas Duldenia de las Amapolas y de Elda de las Vírgenes, la comida, el canto, los juegos, el vicio, las rifas, las fiestas establecían las líneas ortodoxas de los fines. Estoy más que alegre, satisfecho, con la presencia de mis dos hijas, a pesar que debieran ser más… se detuvo y recorría las imágenes de Amadeo Altagracia, de la mía, en la de Silito y de su hija Luisa, que éramos los invitados de primera. Con la llegada de mis hijas a Villa Real, - continuó, Juan de la Madrugada Hiraldo- pongo fin a ese nudo que mordía mi garganta, a quien creyeron acabadas, muertas, sin embargo las creí desaparecidas, esa felicidad, que enamora mi corazón, que gobierna mi estado existencial, en parte reconozco que se lo debo a Isidra, mi asistente, y por los esfuerzos suyos, como por el auxilio y asesoramiento del estudiante. Los invitados se regocijaban oyendo las palabras del señor Juan de la Madrugada, considerado después de Antonio José, el más rico de los hombres del oeste del territorio del atlántico puertoplatéense…
Yo no tengo madre, expresó Luisa, vive con mi padre el cual me añoña y me consciente caprichos muchas veces venales. Calcula que a la mujer, aunque sea una mula tuerta o coja; muda o lisiada, hay que dejarla satisfecha en todos los ordenes.
Juh, me miraba con ojos lascivos, pero es mi padre. La noche estaba muy oscura, hacía mucho, mucho frío, ni en Constanza. Nos acostamos con las gallinas porque también tronaba, los relámpagos era trulinosos, asustaban a los perros de villa Hemeregilda y a los muchachos, de Villa Dignidad. Yo me mamaba el dedo pulgar de la mano derecha, si tenía miedo me subía en la pierna de Amadeo y allí me mamaba el del pie izquierdo. Hubo noche que creí haberme dormido ejerciendo sexo con Made, como me agradaba decirle…pero ahora los truenos no me asustan y me fui tranquila a mí habitación deseando que mi padre me llamara, a los pocos minutos: -Luisa-tráeme un fósforo, me llamó- porque su lámpara se había apagado. Y corrí llegando excitada, el frío en mí, multiplica mi erotismo, papá estaba desnudo de la cintura hacia arriba. Me dijo que le pusiera una solapa encima de su espalda, antes lo abracé simulando que me condolía. La lluvia arreció y con esa brisa, entraba por las dos ventanas de la sala; corría a cerrarlas. De regreso el viejo se había acostado y cerrado la puerta. Me dio deseo de pelear, de llorar y le bendije y el me respondió Dios te proteja, entonces, me puse a llorar, el no podía escuchar porque la lluvia era más, mucho más fuerte. Mi excitación seguía, desee que entrara el hombre charramos o el hombre lobo, o la mujer marrano, cualquier cosa deseé, una mujer estimulada sentida despreciada, hasta se baña si agua. Cuando continuó la lluvia casi 13 minutos de truenos y relámpagos escuché que me llamaba, fui la puerta estaba abierta. ¿Qué fue papá? Me pica la espalda fue que me dijo, ráscame… pero mis manos lo durmieron y quedó casi boca abajo. Me mordí una oreja y eso aumentó en 30 por ciento más, mi poder de excitación me quedé en su cama, en la madrugada hermana desperté complacida el hombre marrano vestido de estudiante entró mi cuerpo sin darme cuenta ocurría cuando dormía en la cama de mi difunta madre
Villa Hemeregilda, es una comunidad de 23 casas todas cobijadas de palmas canas 12 calles breves pero limpias, a los lados la pintura de las viviendas realzan el encache de lajas que cada residente colocó en los metros que como tal le correspondió. Muchas matas de caya y de Juan Primero con sus sombras prestigian el paseo vespertino en lo umbroso en la Villa Real como también se conocía el lugar. La gente acostumbrada a las labores agrícolas, a la de hostales y de zonas francas, ya no pensaban en el cierre del Central Amistad pero estaban andaban asustado porque oyeron decir que el presidente Leonel Fernández cerraría también algunas zonas Franca en todo el territorio nacional. En Villa Hemeregilda había 25 mujeres encintas, esposas de obreros de fincas y de zona franca, en su mayoría. Villa Real, es ahora un chiquero, sólo se juega y se bebe, hay 18 bancas para juegos de loterías. El vicio apaga las luces para la creación de mínimas acciones productivas. Una pequeña fábrica de Queso blanco, dos puestos de venta de desayuno y comida que consumen los riferos, motoconchistas y uno que otros jornaleros transeúntes. Un puesto de policías que ve poco, sufre de… déjalo hasta ahí, porque ahí llega… ay si, ese dice hasta lo que no dijo su abuela, y si bebe ron dado, ahí es que es peligroso y lo daña.
Villa Real se rehabilitó con la llegada de don Antonio José Silverio, procedente de la ciudad de los rascas cielos, había vuelto a Villa Real con el propósito de ver renacer lo que una vez el señor abuelo suyo tuvo. Don Antonio José Silverio volvió con las faldiqueras repletas de onzas y monedas de oro. Trajo dos camiones y un carro Mercedes Benz, un taller de hacer máquinas como panificadoras, para fabricar persianas, valorado en medio millón de dólares. Antonio José era divorciado padre de cuatro hijos varones, pero casó en Santo Domingo antes del regreso a Villa Real, procreando tres hijos. El hecho es que nuestro amigo Silverio, dueño de los proyectos más grandes de la región es visto por los hermanos y allegados como el padrino de Villa Real. Facundo José Silverio, es entre los hermanos, el más cercano, se creyó que podía empeñar y regalar lo de Antonio José. Son herederos de una hacienda descomunal muy grande y muy buena, la más hermosa y mayor de todas las riquezas del entorno rural de la provincia.
El señor Amadeo, ahora vivía en Villa Real, se había instalado a junto a su hija Luisa. Su casa queda en la calle Julio Medina N0 -12. Andaba buscando la calle Lorenzo Silverio, número 07, donde le habían dicho que vivía la señora Laurina hija de Don Silito.

Laurina, amaba la recogida de basura y pensaba que debajo de una de esas pilas que recogía iba encontrar una gema que la sacara de su pobreza espiritual. Sabía que poseía físicamente elementos y atributos que llamaban la atención hasta de las mujeres de la villa. Pero al no saber leer ni escribir trabajaba en la casa del señor Juan de la Madrugada.
Una mañana, que ya se habia levantado del catre donde dormía, estuvo en el espejo algo empañado, sintió que una energía poderosa la invadía y fue a parar de nuevo a la cama.
En lo que se cepillaba las uñas de las manos llenas de escorias negras de los basureros donde estuvo trabajando recordó haber soñado que les contaban sobre el desenvolvimiento de la yema de una Caya centenaria, era como un naranjo o como un limón agrio pero veía que se convertía en flor, luego de haber dejado de ser hoja muy verde. Lo que nunca podía Laurina limpiar en sus sueños, que era la repetición muchos en su niñez, era que veía como las ramas realizaban el amor como los humanos. En aquella infancia de insomnio y de pesadillas, llegó a sentir que era desflorada por los labios de una gema, reía porque sabía que las cosas, especialmente, las plantas o los elementos no tenían labios.
Llegó a temerle al espejo y lo destruyó porque era el causante de los sueños. En otros sueños, percibió que del brote de la centenaria Caya, salía como una separación una porción bastante abultada, que en su antojo observó la gema que buscaba. Ella estaba segura que se iba a desprender como los casos en los citoplasmas escinde en fragmentos duplos.
-Según mis caprichos, escucho los bombazos de las energías atómicas, decía.
Ella vivía cantando letanías y mantrases que alejaban la mala suerte, sacaba premios de la lotería nacional y hasta llegó a sacarse un fracatán pero en las calificaciones escolares no sacaba 5 de 10 puntos se caía por todos los barrancos y se quedaba atascada en los fangales de sus aspiraciones porque como la burra mansa como le gustaba a ella que la creyeran conocía a Sergio Fabián, el cual, le prestaba libros de lectura que hacía creer que leía. Odiaba a Laurina porque sin saber nada de letras andaba siempre del brazo de los jóvenes de mejores pintas.

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